sábado, 7 de febrero de 2009

Tecnología humana vs. Hombres tecnologizados



 

Hola queridos amigos y seguidores de este blog. Pido disculpa porque en estos días se me rompió la compu y eso permitió las siguientes reflexiones acerca de la tecnología y nuestro pensamiento. Las comparto con ustedes. Gracias Alejandra también por tus hermosos comentarios. Envíenme sus propias reflexiones filosóficas y podemos compartirlas en el blog.


 

Nunca nos mostramos tanto en lo que verdaderamente somos como cuando amamos y odiamos.


 

Los grandes inventos que hemos visto en este último siglo son impresionantes.

El siglo XX ha sido entre tantas cosas el siglo de los grandes avances tecnológicos.

Desde el automóvil, la construcción civil, la carrera armamentista y espacial, hasta aquellos inventos que han cambiado nuestra vida cotidiana: el lavarropas automático, la computadora, el horno microondas, la telefonía celular, internet, etc., etc., etc.

Ahora bien, no está claro si estos inventos nos ayudaron realmente. Desde una primera aproximación, uno se da cuenta que sí. Es mejor poner nuestra ropa y que se lave sola y somanete tengamos que tenderla; es mejor desplazarnos rápidamente por la ruta y unir puntos extremos en horas; es mejor poder comunicarnos rápidamente desde cualquier punto en que estemos a través del teléfono. Es mejor tener a disposición de un click una biblioteca entera.

Sin embargo, estos grandes inventos no han redundado siempre en beneficio del hombre. No, evidentemente, por la tecnología en sí misma, sino porque el mismo hombre no ha sabido aprovecharse de ella en sentido humano.

He aquí la tesis que pretendo demostrar: No usamos de los grandes inventos al modo humano sino al modo de la tecnología, con lo cual los grandes inventos no nos han beneficiado sino, bajo algún aspecto, esclavizado.

Cuando a fines del siglo XIX surgieron las primeras máquinas que permitían el trabajo en serie, algún observador conspicuo podría haber pensado que la irrupción de las máquinas facilitarían el trabajo del hombre para permitirle realizar otro tipo de tareas, holgar y disfrutar de las cosas bellas que tiene este mundo. Sin embargo, surge en este mismo momento la cuestión social. Los obreros de las fábricas eran prácticamente esclavizados en jornadas agotadoras, los niños debían trabajar a la par de sus padres y las enfermedades como la tuberculosis hacía estragos entre las clases más humildes. Esto no fue culpa de la tecnología sino de aquellos que se hicieron sus dueños y la utilizaron para incrementar sus ganancias y no para hacer más beneficiosa la vida del hombre.

En nuestros días dos enfermedades se han apoderado de la población: el stress y la depresión. Si uno piensa, sin remontarnos muy lejos, en la década de 1950-1960, esas enfermedades eran propiamente de las actrices de Hollywood, obligadas a estar "divinas" siempre y en todo momento. Las anfetaminas, el alcohol, la droga hizo estragos en ellas. Pero en nuestros tiempos nos pasa exactamente lo mismo, aunque ninguno de nosotros sea, precisamente, una estrella de Hollywood. ¿Qué nos está sucediendo? Algo muy simple, la tecnología nos ayuda tanto que nos permite realizar una tarea que antes se realizaba en ocho horas, en minutos, pero no nos quita la tensión de la tarea. Como consecuencia en el mismo tiempo trabajamos mucho más.

Tomás Moro en su libro Utopía, señalaba que en esta isla se trabajaban jornadas de seis horas en labores de campo y que luego cada ciudadano de acuerdo a sus inclinaciones realizaba las tareas que más le gustaban y satisfacían. Esta utopía de Tomás Moro me parece que hoy es perfectamente posible. La tecnología permite abarrotar ganancias que quedan en manos de pocos. La desocupación es el flagelo de nuestros tiempos porque hemos mantenido las jornadas agobiantes y las tareas que las máquinas hacen por nosotros no han servido para aliviar la carga de las personas sino para reemplazarlas agobiándolas.

El mundo que conocemos ha colocado el dinero por encima de los seres humanos. Claro que es necesario, pero no es lo principal. Es necesaria una casa para vivir, pero cuatro paredes no hacen un hogar. Lo humano lo hace el amor.

Como Tomás Moro, pienso en una Utopía que podemos hacer posible. Que las máquinas trabajen por nosotros y que nos permitan a todos vivir, que podamos dividir nuestras jornadas en un tiempo de trabajo necesario para nuestra subsistencia, pero que podamos holgar con nuestros hijos, que aprendamos a contemplar la naturaleza y a maravillarnos con el cielo, que nuestras ventanas se abran al sol, y que no solamente sea la pantalla de una computadora la única mirada que tengamos ante el mundo.

Que la tecnología nos sirva para hacer el mundo más humano pero no para estar las 24 hs., enchufado…


 

Te propongo un test sencillo para saber si tu eres dueño o dueña de la tecnología o es ella la que te domina.


 

1.- Apagas el celular de noche

2.- Te molesta cuando te interrumpen mientras navegas en algo sin importancia en la web

3.- Cuando sales a pasear, correr, caminar o realizar cualquier actividad recreativa, llevas el celular.

4.- En caso de corte de luz, te frustras porque no sabes qué hacer.

5.- Cuando estás con amigos o conversando con alguien, lo interrumpes para ver un mensaje de texto.

6.- Es el televisor un miembro más de la mesa familiar.


 

Si la respuesta a más de dos preguntas es sí te estás deshumanizando y estás haciendo de la tecnología el centro de tu vida.


 

Cordialmente

Rubén

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