martes, 10 de marzo de 2009

Cuál es el inicio de la Filosofía


Desde siempre los hombres han comenzado a filosofar desde la admiración.

Los antiguos se admiraron del cosmos. Los modernos de sí mismos.

Nosotros planteamos un nuevo comienzo de la filosofía. Admirarse del ser humano que nos rodea. De aquel que tenemos más cercano.

Solamente desde este principio podremos desarrollar una filosofía que nazca, se desarrolle y nos llene de vida. A esta filosofía le llamamos: Filosofía de la connaturalidad.

Les dejo un párrafo de nuestra tesis doctoral donde hablamos de esto:

El inicio para una filosofía que pretenda hacerse desde la connaturalidad, como el de toda filosofía, es la admiración, pero una admiración ante el otro. Hay un otro que es connatural, que guarda una proporción ontológica con nosotros y al que puedo conocer y amar en plenitud, desde lo humano a lo humano. No es el cosmos, ni es el propio conocimiento, sino eres tú, es tu rostro, es tu presencia la que nos admira y nos permite iniciar el filosofar, la reflexión del pensamiento. Es un inicio particular, que brota de la experiencia, pero que permite un alcance universal. En ti, en tu rostro y en tu presencia, accedemos a la humanidad, accedemos al ser, a la belleza y a la bondad, accedemos a la verdad y a la unidad. Desde este ser humano concreto somos capaces de pensar, de filosofar, pero desde un pensamiento que está reglado por el amor. De tal modo, que ya el inicio del filosofar marca un aspecto crítico que se mantiene en todo el desarrollo del mismo. El pensamiento, para no ser manipulador del ser que piensa, ha de estar regulado por el amor al mismo, lo cual también permite mantener al pensamiento en la realidad amada. La inteligencia no puede pensar sin recurrir a los phantasmata, la unidad humana de todas las potencias, siendo el phantasmata un esquematismo no solamente de orden cognitivo sino también de orden tendencial, amoroso. La realidad pensada debe ser una realidad amada para que sea correctamente pensada.

El inicio del filosofar desde la connaturalidad está dado por la admiración ante lo semejante que aparece en nuestro horizonte. Una semejanza que se conoce y que afecta, en especial esto último, que afecta y que desde la afección nos permite comenzar a filosofar. La admiración comienza porque el otro ha entrado en la propia intimidad conformándola de tal manera que se ha hecho uno con nosotros. Empleando la fórmula de Tomás: "como siendo uno"
con nosotros. Desde la unidad con el otro es que puedo filosofar, porque la realidad no sólo es conocida sino amada. Filosofar desde el corazón significa pensar al otro desde la unidad que conformamos por el amor, unidad que no debe entenderse como reciprocidad de amor, sino como amor benevolente que se da, que se brinda, sabiendo que puede o no darse la correspondencia. Es una apuesta, pero que no teme perder porque su recompensa, su premio, está en la misma capacidad de amar. Es más, casi como una extraña paradoja del mismo, mientras más benevolente sea, es decir, mientras más gratuitamente sea capaz de darse, más fácilmente se fecundará en reciprocidad. El inicio de la filosofía desde la connaturalidad supone abrirse al conocimiento filosófico desde el otro, el semejante que nos ha despertado el amor benevolente. El inicio del filosofar connatural supone la unidad de amor que, al decir de Tomás, es una quasi-forma sustancial. Con este presupuesto o inicio podemos buscar el camino de la filosofía de la connaturalidad.


Saludos cordiales a todos. Que pasen un bello día y gracias por estar ahí.

Rubén

No hay comentarios:

Publicar un comentario